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Blog de Alicia Elizundia

Luis Cabrera Delgado y el retorno constante a la niñez

Luis Cabrera Delgado y el retorno constante a la niñez

Casi todos, cuando fuimos niños, quisimos tener como amigo a un escritor. Quizás como no pude conocer a ninguno y mucho menos decir que fuera mi amigo de verdad,  cuando hace más de veinte años conocí a Luis Cabrera Delgado en uno de los pasillos de la Emisora CMHW, lugar donde trabajaba,  pronto comencé a admirarlo.

Entonces, usaba una atractiva melena, como la que suelen llevar los escritores, pero lo que más me cautivaba de él eran sus palabras locuaces y su sinceridad.  Hoy  presumo de decir que cuento entre mis amigos a este hombre que, desde hace mucho tiempo, se divierte escribiendo para los niños.

Yo creo que no he salido de la niñez, lo que pasa es que para guardar la forma uno tiene que comportarse como un adulto,  si no me llevan para el psiquiátrico y me ingresan.  Pero cuando yo estoy solo en mi casa y nadie me está viendo yo soy un niño, juego, retozo y la literatura  me sirve mucho para divertirme.

Así me confesó un día en una de las entrevistas. Pero yo les aseguro que el retorno a su niñez no solo ocurre entre las paredes de su casa. Para creerlo, tendrían que haberlo visto, el día de la celebración del cumpleaños de Alicia Alonso en Santa Clara. Luis  goloseaba como un niño el enorme cake con el que homenajearon a  la prima bailarina, el que una vez concluida la función  degustamos  en pleno escenario del teatro La Caridad.   

Pienso que su capacidad de hacernos divertir, no está sólo en ese niño que aún revolotea en sus adentros, sino en la infancia feliz que vivió en su Jarahueca natal, en ese sitio  de cruce de trenes, de comerciantes de paso, de personajes, de recuerdos familiares, del cual el autor de Catalina la maga no ha podido desprenderse nunca, jamás.

Un día le comenté  que su pasión por Jarahueca y los personajes de sus cuentos me hacían encontrar ciertos puntos de coincidencia con la literatura Garcíamarquina.  Pensé que con aquella opinión le daba aún mayor legitimidad a lo que hacía. Pero pronto me respondió con su sinceridad habitual:

No eres la primera persona que me lo dices. García Márquez es García Márquez, y yo soy Luis Cabrera Delgado.

Las vivencias narradas junto a su querida Tía Julita, en ese pequeño pueblo espirituano que es Jarahueca, fueron publicadas en 1987 y puede decirse que fue la obra que le permitió cautivar a los amantes  de la literatura infantil, luego de su debut  con Antonio el pequeño mambí. 

Posteriormente, Luis nos fue entregando otros títulos como Pedrín, Carlos el titiritero, Ito, Los calamitosos, Catalina la maga, Cuentos de Jarahueca, El aparecido de la mata de mangos y Vino tinto y perejil, entre muchos otros.

Su mirada desprejuiciada y transgresora le ha permitido recrear desde una visión muy contemporánea  temas como la discapacidad, la muerte, la homosexualidad,  y la vejez.  Por ello,  el autor de ¿Dónde está la princesa? es considerado  como precursor de una poética diferente dentro del panorama literario infantil cubano.

Desde Santa Clara, ciudad que asumió como suya, y desde  la cual ha recorrido el mundo, para siempre, siempre volver, Luis Cabrera ha dado a conocer  más de una veintena de títulos que ha compartido con niños de varios países de Latinoamérica y el mundo, obra que ha sido multi premiada y publicada por diferentes sellos editoriales fuera de Cuba.

Pero su quehacer va más allá de los libros que ha escrito para niños, jóvenes y adultos. Cuando pequeño, Luis  quiso ser director de teatro, por eso ha escrito varias piezas para la escena.  Como trabajó en la radio, conoce el medio por dentro, lo que le ha permitido escribir varios guiones para diferentes programas, además de la labor que ha realizado como crítico e investigador literario. En fin, su eterno deseo de comunicar lo ha convertido en un creador versátil.

Por eso hoy, en julio como en enero, escribo  estas sentidas  palabras para el amigo escritor que hubiera querido conocer en mi infancia, para ese amigo sincero que es Luis Cabrera Delgado, el que nunca, nunca se cansa de jugar a la niñez.

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