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Blog de Alicia Elizundia

“CUBA EL PAÍS MÁS SEGURO DE LA REGION”

Un amigo mexicano me decía: “No imaginas lo terrible que es pararse cada día al amanecer frente al espejo, mirarse y tener la incertidumbre de si ese día regresarás o no  a casa.” El clima de inseguridad que se vive hoy en el país azteca en cuanto a asaltos, secuestros y robos es verdaderamente alarmante.

La situación no es privativa solo de México, según datos de la Organización de Estados Americanos, el continente latinoamericano es la región más violenta del mundo en términos de homicidios. Tiene sólo el 8% de la población del planeta pero se cometen el 40% de los asesinatos y el 66% de los secuestros a nivel mundial por año.

Confieso que cuando he estado fuera de Cuba una de las cosas que más  he extrañado sobre todo en las noches, es la tranquilidad ciudadana que se vive en nuestras calles. Privarse de disfrutar los encantos de la noche y limitarse a contemplar la ciudad desde la altura de un edificio sin poder transitar libremente por sus calles, en algo a lo que no se le puede poner precio.

Afortunadamente, en nuestro país, uno de los bienes más preciados que tenemos es la tranquilidad de que nuestros hijos están bien cuidados,  y de que podemos transitar las calles con bastante seguridad, razón por la que cuando  algún hecho aislado intenta arrebatarnos este bien público, enseguida encuentra la repulsa merecida por toda la población.

Por ello, coincido con  la opinión de  Elías Carranza, director del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente, cuando afirma que Cuba tiene grandes logros en la reducción de la criminalidad y es el país más seguro de la región.

 

Alicia y la maravilla de la entrevista

Alicia y la maravilla de la entrevista

Este jueves 26 de abril Alicia Elizundia recibirá el título de Doctora en Ciencias de la Comunicación en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Periodista cultural y profesora universitaria: sus oyentes han contado el privilegio de tenerla en la radio por más de 25 años, y sus alumnos de Periodismo en el aula desde 2002.

Varios meses atrás, a raíz de la publicación de su libro de entrevistas Sin perder la memoria, dimos riendas a esta conversación.

¿Cómo hace Alicia para ver más allá de la apariencia de los entrevistados?
Te confieso que cuando voy a entrevistar a alguien, y sé que me falta una semana, comienzo a vivir con esa persona todo el tiempo: lo hago que se convierta en mi compañía.

Y en el acto de la entrevista, ¿cómo hace para llevar al entrevistado del yo público al yo íntimo?
Trato de que la persona se centre bien en lo que estamos hablando, de que se traslade a esa intimidad que una siempre trata de buscar en la entrevista, de que se olvide que tiene la grabadora delante de sí, y que termine haciendo confesiones que, como me han contado algunos entrevistados, no le han hecho ni a un psicólogo ni a la almohada. A una siempre le gusta que le cuenten cosas que no le hayan contado a nadie.

¿Ha sentido miedo frente algún entrevistado?
Claro, casi siempre… Siempre me sobrecoge, pero eso no me preocupa, porque un día le escuché decir a una profesora que cuando no ocurra eso ya no tendría sentido hacer una entrevista o un trabajo periodístico.

Muchas veces Alicia se autodefine como perfeccionista, pero donde pudo lucir mal o donde parece inexacta ella prefiere no retocarse ni cambiarse, prefiere ser rectificada por el entrevistado…
Sí, eso le da más naturalidad a la entrevista. También me lo dijo la profesora Miriam Rodríguez Betancourt: veo que cuando el entrevistado te rectifica tú lo dejas así. Con todo propósito, profesora —le contesté— porque el diálogo transcurrió así; eso hace más creíble la entrevista.

Muchas personas dicen que usted agrede con dulzura. ¿Qué está primero, la mujer dulce o la periodista agresiva?
Es una combinación de ambas cosas. Yo me propongo agredir pero lo hago con dulzura porque sacar las zonas oscuras de una persona no resulta grato y me puede romper la relación de empatía que tengo con mi entrevistado.

Marta Rojas definió Sin perder la memoria como un patrimonio de la cultura cubana. ¿Se siente usted dentro de ese patrimonio?

Lo que creo es que he tenido la oportunidad de conversar con esas personas que indiscutiblemente forman parte del patrimonio de la cultura de este país; y ese ha sido un privilegio que me ha dado el periodismo y el trabajo durante 25 años en esta casa grande, este palacio de la radio que es la CMHW. Si de alguna manera ellos forman parte de ese patrimonio y yo estoy revelando lo que han vivido, pues creo que por eso Marta Rojas definió así mi trabajo.

Profe, después de 25 años dedicados al periodismo, a la literatura y al magisterio, ¿qué prefiere?
Los tres son únicos para mí. Ya no podría prescindir de una cosa o la otra. Necesito seguir escribiendo libros, me encanta pararme delante de un aula y escuchar los criterios de ustedes, y por supuesto, no puedo abandonar el periodismo que es a lo que me he dedicado toda la vida.

Doctora en Ciencias de la Comunicación, periodista cultural, profesora, ¿cómo es la vida de Alicia cuando llega a su casa?
Todo eso es una gran locura. Soy una persona aparentemente calmada, lo que a veces la tormenta va por dentro.
A mí me encanta hacer vida cultural; no voy solo a las peñas porque atiendo Cultura, voy porque me gusta escuchar a las personas que hacen música en la provincia. Me encanta ir a El Mejunje, me encanta ver lo que pasa en esta ciudad, en la casa de la UNEAC, en el teatro.
En el aula casi siempre les repite a sus alumnos que a la creatividad no se le puede poner límites. ¿Ha tenido algún límite Alicia?
No, lo que no he hecho es porque no me lo he propuesto o porque razones ajenas me lo han impedido. Pero todo lo que he querido hacer y me he propuesto, con las condiciones materiales a mi alcance, lo he hecho.

¿Cuál es la entrevista que no ha podido conseguir todavía?
Hay muchas que sueño hacer… Por ejemplo, me encantaría entrevistar a Hugo Chávez. Y dicen que los sueños no se revelan para que se den, y ahora te lo he contado.

Entonces, ¿qué es más fácil: ser entrevistada o ser entrevistadora?
Para mí… ser entrevistadora. Mucho más fácil.

Fuente: Carlos Alejandro Rodríguez Martínez, estudiante de Periodismo

ROXANA PINEDA VUELVE A LAS TABLAS DE ESTUDIO TEATRAL

ROXANA PINEDA VUELVE A LAS TABLAS DE ESTUDIO TEATRAL

 

Mujer entregada al teatro con total pasión, que ha hecho del escenario la razón principal de su vida.  Podría decirse que, su otra casa, o  no se si decir mejor, su propia casa.   Así es Roxana Pineda.  Sus manos, sus músculos hablan del rigor  de sus diarios entrenamientos sobre las tablas.

Ahora la actriz  fundadora de Estudio  Teatral se prepara para entregarse nuevamente al público  este viernes y sábado con la  puesta Hojas de papel volando, trabajo unipersonal en el que Roxana Pineda también asume la labor de dirección.

La pieza  esta basada  en la obra homónima de  la actriz colombiana Patricia Ariza, y se inspira en todos los poemas que aparecen en el libro. Hojas de papel volando, ya fue exhibida  en el mes de noviembre en Bogotá, Colombia con gran aceptación de público.

Muy  inmersa en el proceso creativo que la ocupa por estos días, me confesó Roxana Pineda,  que esta pieza marca un momento importante en su carrera, pues  la obra  habla de una  manera muy particular, de los momentos de su vida profesional y personal que está viviendo.

 

JULIO GARCÍA LUIS EN MI MEMORIA

JULIO GARCÍA LUIS EN MI MEMORIA

Cómo escribirle ahora en un momento como este al maestro de la crónica,  a la firma  que admiraba desde las páginas de Granma en mis años de estudiante universitaria, al profesor que en diferentes momentos de mi formación tuve ante mí, conjugando siempre  dos grandes cualidades: sencillez y sabiduría.

Con Julio García Luis, aprendí a valorar  aún más ese género difícil y escurridizo que es la crónica, y cómo es necesario  buscar la palabra precisa ante cada idea que queremos expresar.  Aprendí cuan necesario es releer una y otra vez un texto antes de compartirlo con alguien, sobre todo cuando se está ante una persona de verbo exacto como lo era  él.

Agradecidos le estaremos por haber llevado juntas de la mano esas dos profesiones: la de periodista y la de maestro, porque fue capaz de enseñar haciendo, y de ponerle entusiasmo a aquellas cosas que formaban parte de sus sueños.  Aún recuerdo aquella mañana del 2004 en que en un pleno de la UPEC lanzó la idea de hacer el primer grupo de doctorado para periodistas en ejercicio. Cuánto optimismo y energía le puso a aquel proyecto, fuerza que nos transmitía en cada encuentro como decano de la Facultad de Comunicación, momentos en los que con sencillez compartía su experiencia personal en aras de que nadie flaqueara ante el enorme reto.

Varias fueron las horas de trabajo que disfruté a su lado,  a veces en medio de  la cotidianidad de su hogar, y de los constantes llamados de su nieta Ana. También desde la distancia solía consultarle por teléfono. Cada encuentro y cada llamada era siempre un enorme aliento para seguir trabajando, gracias a la confianza que me inspiraban  sus atinadas recomendaciones.

Y aunque quizás nunca  logré atrapar en palabras todo cuanto le estuve agradecida por su labor como tutor de mi tesis de doctorado, siempre, siempre guardaré en el recuerdo sus precisiones certeras, su paciencia, y el entusiasmo que le impregnó a este sueño, de que periodistas en ejercicio nos adentráramos en el camino de las ciencias de la Comunicación.

 

Vivir entre la locura y la cordura

Vivir entre la locura y la cordura

(Entrevista con el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar)[1]

 Luego de tres décadas sin venir a Santa Clara, converso con Roberto Fernández Retamar. «Una buena razón para ser tolerante ante una entrevista», le digo a este hombre delgado, alto, barbudo, y con una personalidad que inspira  respeto.

A medio siglo de haberse iniciado en la literatura, recuerda  de aquellos tiempos una entrevista que hiciera a Ernest Hemingway, la que hoy considera intrascendente. Después vinieron sus años de experiencia en la revista Orígenes, junto al escritor José Lezama Lima.

A pesar de ser autor de más de quince libros de poesía, la obra poética de Retamar, premio Nacional de Literatura en 1989, ha sido motivo de disímiles controversias.

¿Qué prefiere que pongan en primer lugar: al Retamar ensayista o al Retamar poeta?

 No es lo que prefiera, es lo que es, ¿no? Yo soy un poeta, un poeta que escribe ensayos a partir de mi condición de poeta; sin embargo, es posible que sean más conocidos algunos de mis ensayos que algunos de mis poemas, porque la poesía, como la música de cámara, se dirige a un público más restringido, y eso hace que algunos lectores me vean como un ensayista, un ensayista que escribe versos, cuando en realidad soy un poeta que escribe ensayos.

Si, a pesar de tener una obra bastante extensa y de haber recibido importantes premios, hay algunos que lo prefieren como ensayista.

Los más me prefieren como nada, o sea, no me prefieren en absoluto, pero bueno, algunos generosos lo hacen de una forma o de otra. Tengo una obra extensa porque he vivido sesenta y cinco años. Si empecé a escribir hace cincuenta años, pues claro, en cincuenta años, a no ser que uno sea un holgazán impenitente, he hecho muchas cosas.

Usted dice que los más lo prefieren como nada. ¿Lo dice a conciencia? ¿Eso es así?

No, lo digo por coquetería.

¿Como ve el hecho, Retamar, de que muchos jóvenes poetas hoy retomen el conversacionalismo en la poesía?

Bueno, no soy muy simpatizante de ese término que desgraciadamente ha hecho fortuna. Vamos a suponer que ese término tuviera que ver con el lenguaje de la conversación, en ese sentido la poesía siempre ha estado vinculada de alguna manera a la conversación, la poesía se ha definido de muchas maneras, y en una de ellas, es como la flor de la palabra. Las personas hablan constantemente de manera poética aunque no siempre sean conscientes de eso, ¿no?

Ello nunca se nota más que cuando oímos a un niño hablar, porque para el niño no hay diferencia entre el lenguaje lógico y el lenguaje poético, el niño habla al mismo tiempo en un lenguaje lógico y en un lenguaje poético, en un lenguaje tan lógico donde tenemos que corregir porque dice, por ejemplo, «no cabo». Lo mismo ocurre en las cosas precisas que dicen todos los niños. Yo he tenido dos hijas y tengo una nieta y dos nietos, de manera que volví a ser testigo del espectáculo impresionante que es el nacimiento de la poesía. La poesía nace todos los días, todas las horas, todos los minutos, en cada criatura que viene a la vida.

Por eso no me parece extraño que los poetas jóvenes no echen por la borda este diálogo fecundo entre la palabra viva, hablada, de todos los días, y la palabra de lo que suelen llamar poesía.

A propósito del conversacionalismo. ¿Alguna vez le han tildado  su poesía de panfletaria?

No, el conversacionalismo no tiene nada que ver con el panfletarismo porque en las conversaciones no es donde se es panfletario, se es panfletario en los discursos, en las manifestaciones ideológicas muy marcadas, ¿no? Creo que nunca me hayan llamado panfletario, entre las cosas que me han llamado, por la sencilla razón de que no lo soy. La poesía panfletaria por excelencia no tiene nada que ver con la conversación. Es altisonante, grandilocuente, y eso no ocurre en la conversación. Aunque yo soy algo loco, mi locura no va por ese camino.

«Homenaje al olvido» es un poema que recibió el elogio de Cortázar, «Aniversario» es un poema donde no abundan las imágenes poéticas. ¿Cómo es posible hacer dos poemas tan diferentes?

Sería terrible que le pasara a uno lo que una vez dijo Ezequiel Martínez Estrada: «Hay escritores, los pobres, que tienen el estilo de su estilo», que quedan presos de ellos mismos, ¿no? La vida es millonaria y múltiple, y la poesía no es más que una parte de la vida. Esos dos poemas son dos formas y dos momentos distintos. La poesía tiene la intensidad de las imágenes que es muy grande en algunos poemas y menos en otros.

Un poeta lleva dentro de sí muchos poetas. Uno es mucho, entre otras cosas. Uno fue un niño, uno fue un adolescente, uno fue un joven, uno fue una persona madura. ¿Y a dónde fueron a parar todos esos yo de uno? Fueron a parar a uno mismo y viven como las capas geológicas en una montaña, ¿no? Eso me ocurre a mí como a cualquier otra persona, unas veces una capa geológica pide la palabra, y otras se la quitan, eso explica esa variedad entre ambos poemas, que para mi vida representan cosas importantes.

¿Cómo queda usted después de escribir un poema que se distingue por esa gran carga poética, que cuando termina imagina va a impactar a la gente?

Eso no lo sabe uno, yo he escrito poemas…ese mismo que usted menciona, «Aniversario», un poema que se llama «¿Y Fernández?», «El otro»…, que no tenía la más remota idea de que iban a impactar a nadie, al contrario, eran poemas tan personales que pensé que no le iban a interesar a nadie. Después me encontré con la sorpresa de que esos poemas tan personales son los que tienen cierta acogida, lo que me hizo pensar que la poesía que realmente estremece a uno es la personal, porque uno carga esos poemas de un contenido específico. El ejemplo clásico nos los dan las rimas de Bécquer, las que nacieron de una coyuntura particular, una sevillana le fue infiel a Bécquer; sin embargo, cuando leemos estas rimas ni pensamos en esa sevillana, lo que pasa es que cargamos esas rimas con nuestras propias vivencias.

¿Por qué le gusta autodefinirse como un loco?

No me gusta tampoco, sencillamente así son las cosas y uno debe ser sincero. No es que sea un loco de atar, de vez en cuando he estado en algún que otro hospital, a diferencia de los locos con carné, he logrado salir de ellos. Sencillamente cada uno tiene su dolencia, ¿no? Y mi dolencia es cierta inestabilidad síquica, no es locura, no llega a ser locura, pero tampoco llega a ser cordura, y en esas aguas intermedias suelo vivir.

Yo soy depresivo, padezco de depresión. No es una cosa tan grave que me impida vivir y trabajar. Sencillamente me ocurre como le ocurre a una enorme cantidad de personas. Este carácter mío ha pesado en que haya escrito algunos poemas relacionados de alguna forma con este tema. El más conocido se llama «Felices los normales».

¿Y cuando está en ese estado depresivo puede escribir?

 No, cuando estoy en ese estado depresivo apenas puedo vivir, muchísimo menos escribir. La pobre Adelaida me acompaña pacientemente como una pastora de sombras y me permite sobrevivir.

A propósito de la locura, cuarenta y tres años junto a Adelaida, ¿eso no es un rasgo de verdadera cordura?

Sí, sí, ese es el rasgo de cordura mayor que he tenido en mi vida. La pobre ha pagado caro, pero seguramente es lo más hermoso que me ha pasado.

Bueno, suponga que usted volviera a nacer y tuviera que escoger entre estas tres cosas: volver a viajar como lo ha hecho, tener una obra prolífera o reencontrarse con Adelaida.

Escogería lo tercero, porque sin ello las dos primeras no podrían ocurrir.

Hablemos de la Casa de las Américas, de la cual usted es presidente. Más allá de una institución, ¿qué es hoy la Casa, Retamar?

Alguien dijo que la Casa es un estado de espíritus. La Casa es una institución marcada para siempre por dos hechos unidos entre sí: la Revolución Cubana que la creó como institución, y Haydée Santamaría que la parió como se pare a un ser humano. Están muy relacionadas ambas cosas, porque para mí Haydée es una de las encarnaciones más hermosas y más bellas de la Revolución Cubana, y la conjunción de estos dos hechos tan ligados explican la naturaleza de la Casa. Haydée llegó a convertirse en una figura sagrada, mítica para los escritores y artistas que la conocieron, y fueron millares: Martínez Estrada, Cortázar, Víctor Jara…. Tantísimos escritores y artistas, y la Casa ha tratado de ser fiel a esa conjunción de astros en el cielo que la hizo nacer.

Quisiera que me hablara de algunas personas con las cuales ha tenido amistad. En pocas palabras, ¿qué representan para usted…?

 

Juan Marinello: Un maestro grandioso e inolvidable. Cuando yo era un adolescente quería ser el secretario de Marinello, cosa que nunca ocurrió, y cuando publiqué Elegía como un himno. (A Rubén Martínez Villena), el primer ejemplar se lo envié a Juan Marinello con esta dedicatoria: «A J.M., a su alta vida», y no tuve ninguna razón en mi vida para modificar este criterio.

Lezama Lima: Mi padrino poético, a Lezama le debo la publicación de mis primeros poemas en Orígenes, lo que fue decisivo en mi existencia. Para mí, el imaginero mayor de nuestra poesía. Un hombre de palabra fastuosa y genial, un animador cultural de primer orden.

Samuel Feijóo: Un hermano mayor, más loco que yo, y que pagó muy caro su locura. Un animador cultural fabuloso, un artista que aún no ha recibido el inmenso reconocimiento que merece. Samuel es una de las criaturas mayores nacidas en nuestro país, y espero vivir para ver que se le reconoce el altísimo lugar que merece.

Julio Cortázar: Uno de los hombres más dulces, más valientes, más inquietos, más inteligentes. Una felicidad haberlo encontrado.

Jorge Luis Borges: Un maestro a distancia, con el que comparto muchas inquietudes que suelen llamarse metafísicas, por cuya criatura tengo una ilimitada admiración, y varias de cuyas ideas políticas me es imposible compartir. Borges era un genio cuando escribía y un niño cuando opinaba políticamente.

Y Haydée Santamaría: El gran privilegio que me dio la vida fue encontrar a Haydée y trabajar al lado de ella durante quince años.

Retamar, ¿cómo usted siendo un escritor de la vieja generación, pudo adaptarse y acoger bien a la Revolución Cubana?

Hay muchas razones. Cuando empezó la Revolución yo no era un escritor de la vieja generación, por el contrario, era un escritor de la generación emergente. Tenía veintiocho años al triunfo de la Revolución y, por otro lado, soy socialista desde mi más temprana edad intelectual. He contado varias veces, y a Adelaida le da gracia oírlo pero no puedo cambiar las cosas como fueron, que entre otros factores la lectura del último libro de Bernard Shaw, que en español se llamó Guía política para nuestro tiempo, me ganó para las ideas del socialismo cuando tenía dieciséis años.

No fue la única razón, había otras, ¿no? Acabo de recordar que mi primer cuaderno de poesías Elegía como un himno  está dedicado a Rubén Martínez Villena, y yo tenía veinte años cuando eso. Entonces, soy socialista de toda la vida y no podía sino saludar con todo mi corazón el triunfo de la Revolución Cubana, que no comenzó siendo una revolución socialista, sino una revolución de un nacionalismo de resistencia, con una gran voluntad de justicia social, todo lo cual le venía del maestro de todos nosotros y de la figura central de mi vida intelectual, moral, estética, que es José Martí. La ulterior conversión de la Revolución en socialista no hizo sino ratificarme la felicidad de esta Revolución que es mi vida. Ahora soy un escritor de la vieja generación, pero he envejecido junto con la Revolución, ella no ha envejecido y en la Revolución se realizan los sueños de mi vida. Eso no quiere decir que sea ciego y que ignore que la Revolución ha cometido errores, y que los comete y que los va a seguir cometiendo, porque eso es lo propio de la vida. Entre los grandes derechos que hemos conquistado está el de equivocarnos.

Le voy a recordar algo que sé que para usted es desagradable. En sus memorias, Pablo Neruda lo cataloga como un sargento.* ¿Cómo asumió el hecho de que un premio Nobel de literatura le diera ese calificativo?

En primer lugar, Pablo no era premio Nobel en ese momento; en segundo lugar, el premio Nobel se ha otorgado muchas veces con justicia y otras  con tremenda injusticia, y los premios en general son azarosos; y, en tercer lugar, no solo de mí dice eso Pablo, en sus memorias dice cosas muy feas de Alejo Carpentier, de Nicolás Guillén, y también de alguien más importante que todos nosotros y que se llama Fidel Castro. Esas opiniones de él sobre Alejo, Nicolás, sobre Fidel, sobre mí, no dicen nada sobre nosotros, dicen sobre él, pero no dicen nada nuevo porque ya conocíamos a ese Neruda. Si yo le digo a usted una grosería, la grosería no la define a usted, me define a mí.

Sesenta y cinco años, una obra amplia, un amor de cuarenta y tres años, un hombre que conoce mundo. ¿Qué le hace sentir insatisfecho a Retamar, después de haber desandado tantos caminos?

Nada… Creo que he vivido la vida que quería vivir. Creo que tengo la familia que quería tener. He hecho y sigo haciendo lo que quiero.

Me siento feliz por todo ello. Ni sabía que iba a tener el privilegio de ser partícipe, por modesto que fuera, de una de las grandes hazañas que ha tenido la humanidad: la Revolución Cubana. Entre mis amigos se encuentran algunas de las personas mayores de este siglo, usted ha mencionado a algunos, yo podría añadir a otros como Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Eliseo Diego, Cintio Vitier…. He dialogado con Fidel, con el Che, estuve en Vietnam durante la guerra, en Chile cuando el gobierno de la Unidad Popular, y en Nicaragua, cuando intentó su proceso revolucionario. La realidad es que la vida me ha dado muchísimo más de lo que yo merezco, si yo me llamara Violeta Parra diría: «Gracias a la vida».

1995.

[1] Esta entrevista  forma parte del libro Sin perder la Memoria, Premio Fundación de la Ciudad 2010. Ediciones Capiro, 2011

*Al responder una carta abierta firmada por más de un centenar de intelectuales cubanos, quienes se manifestaron en contra de la aceptación del poeta chileno de asistir a una invitación, en junio de 1966, del  PEN club estadounidense,  Neruda opina sobre varios escritores cubanos y cataloga a  Roberto Fernández Retamar, como «sargento» y «uno más entre los arribistas políticos y literarios de nuestra época».

Distinguido Roberto Fernández Retamar con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Marta Abreu de Las Villas

Distinguido Roberto  Fernández  Retamar con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Marta Abreu de Las Villas

El poeta, ensayista y pedagogo  Roberto Fernández Retamar fue distinguido este miércoles con el título de Doctor Honoris Causa en Filosofía  por la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.

Ante el claustro de profesoras y alumnos, el rector de ese centro de estudios, el Dr. José Ramón Saborido dio lectura a la resolución que hizo merecedor a Retamar de tan alta distinción, por sus relevantes méritos como intelectual cubano, su profusa obra, y su sentido de pertenencia a la Revolución.

Por su parte la vice reptora de extensión universitaria Mely González Aróstegui, al pronunciar sus elevadas palabras de elogio, realizó un detallado recorrido por la fecunda obra de Fernández Retamar en función de la nación.

El autor de poemas ¿Y Fernández?  y Felices los normales ofreció en el teatro de ese centro de estudios  una conferencia sobre lo que significa hoy ser latinoamericano y caribeño, y agradeció el reconocimiento recibido por la universidad villaclareña.

“Agradezco profundamente el honor que la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas me ha concedido. No puedo olvidar que aquí, otras dos distinciones similares también le fueron concedidas al Che Guerava y a Cintio Vitier, y que en esta casa de altos estudios laboraron Samuel Feijóo y Antonio Núñez Jiménez, para limitarme a un puñado de compañeros ya desaparecidos a quienes me unieron y me unen vínculos entrañables.”

Durante el acto le fue entregado al insigne intelectual cubano un cuatro de la conocida pintora santaclareña Adela Suárez, y se presentó el Trío Alter Ego dirigido por Diego Santiago.

En la ceremonia estuvo presente el primer secretario del partido en la provincia, Julio Lima Corzo, así como una amplia representación de escritores e intelectuales villaclareños.

Las tardes de la Bruma en la casona de la UNEAC

Las tardes de la Bruma en la casona de la UNEAC

La fuerte lluvia irrumpió justamente en el momento en que comenzaban a cantar los invitados a la habitual peña del bolero en la Casona de la UNEAC de Santa Clara, de la cual son sus anfitriones, cada tarde de viernes, la vocalista María de los Ángeles Santos y Enriquito Cárdenas.

 

Zaidita Castiñeiras, nuestra Zaidita, y Pedro Alejo se quedaron con los micrófonos en mano en el instante en que comenzó el torrencial aguacero.  Todos dábamos por concluido, así de manera abrupta, la descarga bolerística.

 

Pero el patio de la UNEAC volvió a reanimarse cuando el tiempo pasó a la normalidad.  Zaidita Castiñeiras, esa artista que durante décadas se ha entregado con pasión a su público, comenzó a ofrecer una y otra canción junto a su compañero en el arte y en la vida.

 

La gente coreaba las canciones, artistas y público lograron una magnífica comunicación, y al concluir la peña varias personas  se acercaron para agradecerle a Zaidita la tarde  que les había regalado. La misma artista que durante 17 años se ha mantenido cada sábado con su peña del Mejunje, y que ahora en las tardes del jueves se presenta junto a Alejo en el Bosque.

 

La descarga en la Casona de la UNEAC  concluyó pasadas las ocho de la noche. A las voces de los invitados se unieron la de sus anfitriones. La entrega de los artistas y el respeto al público que asistió a verlos bajo los negros nubarrones que poco después se convirtieron en torrencial aguacero no fue en vano. Por eso estas palabras de agradecimiento en nombre de todos.

 

Presentación única de Harold López Nussa en el Teatro La Caridad

Presentación única de Harold López Nussa en el Teatro La Caridad

El joven pianista Harold López Nussa se presentó en concierto único en el teatro La Caridad, muy ovacionado por un público mayoritariamente  joven.

Esta es la segunda ocasión en que el virtuoso músico sube al escenario del coliseo santaclareño.

Harold López Nussa se presentó junto a su hermano Rudy Adrián, en la batería, y Luis Izquierdo, en el bajo. La actuación en La Caridad constituyó el tercer concierto de una gira nacional, que realiza por varias ciudades de la Isla.

El joven intérprete de jazz dijo que gran parte de su formación la debe a su familia integrada por varios músicos, y que cuando concluya la gira nacional realizará un concierto de homenaje a Bola de Nieve en La Habana, e inmediatamente emprenderá una gira por Europa.